Cinco retos migratorios no resueltos

El racismo estructural es producto de un sistema en el que las políticas públicas, las prácticas institucionales y las representaciones culturales funcionan reforzando y perpetuando la inequidad entre las personas. El racismo estructural afecta a las personas migrantes y racializadas. Y a día de hoy continúa siendo una característica de los sistemas sociales, económicos y políticos.

La globalización y la diversidad han generado nuevos retos migratorios y de convivencia que la sociedad tiene pendiente resolver. El fin último: lograr una plena integración social de todas las personas, independientemente de su origen, cultura o religión; conseguir superar cualquier manifestación xenófoba en nuestras calles y construir así ciudadanía y una convivencia democrática que nos bendicia a todos y todas.

1. Menas: jóvenes tutelados por la Administración que al cumplir 18 años se quedan en la calle

Según datos de UNICEF, España registró el año pasado más de 65.000 llegadas, de las que algo más de 6.000 corresponden a niños, niñas y jóvenes no acompañados. Esa cifra supone un incremento del 150% durante los dos últimos años. Otro dato: a fecha de julio de 2019, las comunidades autónomas acogían a 12.262 niños y niñas.

El término Mena, incorporado como neologismo a nuestro idioma, se ha utilizado con un sentido peyorativo. Su uso ha contribuido a la deshumanización y criminalización de unos jóvenes en situación de vulnerabilidad social, tanto por su edad como por la ausencia de apoyo adulto. A pesar de esos prejuicios, se trata de niños invisibles que deben luchar por sobrevivir. Todos tienen en común tres elementos que facilitan la despersonalización: son menores de edad, extranjeros y están solos.

2. Islamofobia de género

El informe ‘Musulmanes en la UE’, elaborado por la Agencia Europea de Derechos Humanos en 2017, recogía que el 31% de las personas musulmanas que buscaban trabajo había sido discriminada, y el 42% sometidas a controles por su pertenencia a una minoría étnica o su origen inmigrante.
Asimismo, la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia señala en su último informe que el mayor porcentaje de los ataque recibidos por la comunidad musulmana, el 21% coloca a las mujeres en el centro de esta discriminación.
En este sentido, desde el concepto de islamofobia se define el Islam como una amenaza social, religiosa y política. La islamofobia es una manifestación del racismo cultural, ya que de hecho, la sociedad occidental considera a las mujeres musulmanas como ‘objeto de…’ y no como ‘sujeto de…’, del mismo modo que se habla de ellas, pero no con ellas, o se desarrollan iniciativas para ellas pero no con ellas. Se trata de actitudes xenófobas y sexistas que afectan más a las mujeres musulmanas que a los hombres musulmanes.

3. Detenciones de personas racializadas por las cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.

Vivimos en un país con una población de 46 millones de personas, de las que cuatro millones y medio tienen residencia legal y dos millones más han adquirido la nacionalidad española. No obstante, el 54% de las personas identificadas por los Mossos d’Esquadra durante 2017 eran extranjeras, cuando el porcentaje de población foránea en Cataluña es del 13,7%. O lo que es lo mismo: de cada 100 personas extranjeras, la policía autonómica catalana identificó a un 19,6%, mientras que la cifra de identificaciones a personas españolas se sitúa en 2,6%.
Se trata de prácticas discrecionales, puesto que no hay un protocolo establecido para realizar identificaciones. Este tipo de controles de identidad a personas que no parecen españolas son algo muy extendido. Son prácticas driscriminatorias basadas en las características físicas, étnicas o raciales de las personas. Además estas prácticas son humillantes, porque se realizan a la vista del resto de ciudadanos, que además en pocas ocasiones ayudan a la persona detenida. Su aplicación es una flagrante violación de los derechos humanos, que además criminaliza y estigmatiza a las personas inmigrantes.

4. Imposibilidad de votar por parte de personas inmigrantes

El dato de la población citado en el apartado anterior también serviría para este reto sin resolver en un país que ha acudido a las urnas cuatro veces en los últimos cuatro años. Cuatro ocasiones en las que las personas inmigrantes no han tenido derecho a votar, y con su voto expresarse sobre las políticas y cuestiones sociales que afectan a su vida diaria.

Pero no sólo es una imposibilidad para las personas migrantes, también para los hijos/as de este colectivo. Jóvenes que aún nacidos en nuestro país no han obtenido la nacionalidad porque en España se obtiene por sangre, cuando alguno de los ascendientes es español (ius sanguinis), y no por haber nacido en el territorio (ius solis).

5. Microrracismos

Son comportamientos racistas ‘de baja intensidad’, presentes en expresiones y situaciones cotidianas. Son generados por la interiorización de prejuicios en conductas, comentarios o gestos que atentan contra la dignidad o integridad de una persona/colectivo a través de estereotipos. Los microrracismos contribuyen a perpetuar la discriminación sexual, social o étnica.

Se trata de prácticas socialmente aceptadas, aparentemente inocentes, pero que denotan hostilidad e intolerancia y constituyen una nueva manifestación de xenofobia.

El informe publicado por ENAR (European Network Agaisnt Racism) recoge datos de los países miembros de la Unión Europea respecto a los denominados ‘delitos de odio’. Las cifras referentes a España en 2018 recogen un total de 1.598 delitos, de los que 530 son casos de racismo, 259 por orientación sexual o 69 por religión (+33% respecto a 2017) y que suponen un aumento respecto a los datos de 2017. Asimismo, ese discurso del odio se difundió mayoritariamente por internet (45,2%) y redes sociales (25,9%)

Otro de los retos más invisibilizados es el empadronamiento de personas inmigrantes en situación de calle. El ‘sinhogarismo’ representa probablemente el fenómeno de exclusión social y cultural más extrema. También la ‘alquilofobia’, a pesar de estar cada vez más perseguida, constituyen otros retos migratorios no resueltos.

La educación, la integración y el empoderamiento frente a estereotipos, discriminación y prejuicios pueden ser algunas de las soluciones a estas cinco problemáticas. Todas ellas serán visibilizadas en el IV Foro Internacional de Innovación Social. En su gigalab más de 300 personas tratarán de buscar solución a estos retos sociales, aplicando una nueva metodología de innovación social diseñada por Jovesólides. El foro tendrá lugar en la ciudad de València los días 12 y 13 de diciembre.

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