Ángela Nzambi: “Solo se me ocurre una palabra para describir el modelo de gestión actual de las migraciones: criminalización”

Desde la organización del Foro Internacional de Innovación Social charlamos con Ángela Nzambi, responsable de Voluntariado, Participación social e Incidencia en CEAR País Valencià. La integrante del del Comité académico que también es escritora y activista incansable, destaca que la palabra criminalización para describir el modelo actual de migraciones, “es lo que se está haciendo de algo que es inherente a las personas, grupos humanos y pueblos, ir de un lugar a otro, por diversas razones y causas”.

¿Cuál es su mirada hacia el actual modelo de migraciones?
Solo se me ocurre una palabra para describir el modelo de gestión actual de las migraciones: criminalización. Es lo que se está haciendo de algo que es inherente a las personas, grupos humanos y pueblos, ir de un lugar a otro, por diversas razones y causas; una experiencia que tenemos todos, cualesquiera que sean nuestros rasgos o precedencias.

Este foro llega bajo el lema “Migraciones: en sintonía reiniciamos el sistema”, ¿cree que desde el deseo colectivo y la intervención eficaz desde distintos ámbitos sociales es posible conseguirlo, un sistema justo y humano de migraciones?
AN: Podría ser. Pero dado el panorama actual no espero que todos los colectivos, ámbitos y agentes sociales estén por la labor. A algunos les falta voluntad, otros se han atrincherado en ideas xenófobas y populistas que no aportan nada, y si ponen en riesgo la convivencia y la cohesión social, no será fácil hacerles ver su sinrazón; otros, simplemente aceptan esas ideas sin buscar evidencias. El resto estamos en ello, en reivindicar un derecho fundamental.

¿Considera que espacios como este foro pueden ayudar a crear y fortalecer iniciativas y procesos de colaboración innovadores y transversales para la integración de las personas migrantes y refugiadas en Europa?
Se necesita más concienciación. Al final, la integración de una persona en cualquier grupo o sociedad, depende en buena medida de la acogida que reciba, de la disposición a acogerla; esa disposición es la que hace que se le facilite una serie de recursos. Regularizar su situación migratoria, disfrutar de ciertos derechos como la sanidad, la educación y formación, tener un empleo y una vivienda son aspectos indispensables en un proceso de integración, y es la sociedad de acogida la que lo facilita. Con el panorama que tenemos, y desde el trabajo de los agentes que intervenimos en esos procesos, debemos doblar esfuerzos en sensibilizar, crear espacios de conocimiento y reconocimiento, el primer eslabón de la solidaridad. Es un trabajo de goteo, lo sé. Y para eso necesitamos contar con herramientas innovadoras, si es que las hay.

La desobediencia a las normas injustas ha sido el motor de grandes transformaciones sociales a lo largo de la historia, ¿cree que vivimos tiempos en que esta desobediencia y un activismo furibundo son imprescindibles para avanzar hacia una sociedad más justa?
Sí. Y se está dando. Lo vivimos con los Decretos Leyes del 2012, que dejaron sin derecho a la sanidad a personas que no tuvieran regularizada su situación migratoria. Hubo médicos que se negaron a implementarlos, alegando que contradecían sus códigos deontológicos. Y hasta una parte del estado como es la Generalitat. Hay personas que arriesgan sus vidas por los demás, y por ello se enfrentan a la posibilidad de ser llamadas ante la autoridad legal y de ser castigadas. No me parece justo pedir que se potencien este tipo de conductas cuando hay alternativas. Pero si no dejan otra, si la inconsciencia de unos pocos nos ha de llevar a los demás a ser insolidarios (la solidaridad es también inherente a las personas y los pueblos), pues, tenemos que negarnos.

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